De: Juan Jorge, Las Palmas de Gran Canaria, España
Siempre hay que estar orgullosos de lo nuestro y de los nuestros. Siempre orgullosos de ti, y no sin razones sobradas. Puerto Rico retorcido, inhumano muchas veces, pisoteado y ultrajado tantas veces por tus propios hijos, pero siempre digno. Puerto Rico saqueado hasta la extenuación; incomprendido, malquerido, conquistado, sangrado y doblegado. Puerto Rico de paladines, de genios, de guerreros y de monjes, de marinos y de pensadores. Tú, Puerto Rico que has escrito historias admirables que el mundo ha conocido. Eres epopeya inimaginable, una Biblia sin dioses ni profetas, un testamento imperecedero.
Inmortal, mítico y legendario, indiano y provinciano, isleño y marinero. Puerto Rico que se equivoca y llora sus errores, pero incapaz de aprender de ellos. Puerto Rico plañidero y conformista, fácil de regalarte el oído. Que gustas de los cantos de sirenas y no aprendes que esos cantos te llevan siempre a estrellarte contra los arrecifes traicioneros. Vuelves a las andadas, Puerto Rico. Vuelves a sonrojarte y no eres capaz de reaccionar. ¿Dónde está aquella furia y aquel orgullo que tan patente quedó a lo largo de tu historia? ¿Qué queda de aquel respeto y admiración que el mundo sentía por ti? ¿Quién te ha puesto en esta situación?
Juan Jorge, Las Palmas de Gran Canaria, España |
Es muy fácil, Puerto Rico. Tú puedes hacerlo. De peores situaciones has salido y no vas a ser menos ahora. Pero debes aprender la lección. Olvídate de aventureros y validos del tres al cuarto que te llevan chupando la sangre desde hace tantísimos años. Debes escoger entre la seriedad y la demagogia. Tú, sólo tú, tienes la palabra.
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